martes, 24 de julio de 2012

Un ajuste de cuentas con la realidad


Por Martín Zúñiga

Orlando Mazeyra es un joven narrador arequipeño que tiene en su haber dos libros: “Urgente: necesito un retazo de felicidad” y “La prosperidad reclusa”. Aunque es programador de sistemas, hoy en día vive para escribir. Sobre este vicio y otros más, conversamos con él.

¿Cómo surgió esto de escribir en ti?
Escribo desde la secundaria. Lo hacía en una vieja máquina de escribir de mi madre, y mi primera pasión fue el fútbol. El fútbol argentino. Leía todas las semanas la revista El Gráfico de Argentina, y cuando cotejaba con los medios locales, sentía mucha desazón, me preguntaba por qué acá, más allá de nuestro balompié decadente, no se podía hacer literatura. Es decir, yo encontraba literatura en las crónicas deportivas. Y así empecé a escribir cuentos de fútbol. Así  -creo- comenzó todo. Por eso quise ser periodista e ingresé a Comunicación en la UNSA.

Hay una frase que dice que escribir sin publicar no es escribir. ¿Cómo te animaste a sacar tu primer libro?
Creo que se escribe porque se quiere compartir con los demás lo que uno crea. En 2007 ya había acumulado un buen número de narraciones y envié mi mecanuscrito al editor de Bizarro, Max Palacios, y terminamos publicando “Urgente: necesito un retazo de felicidad”. Lo que más recuerdo de aquella experiencia fue la presentación del libro, donde me reencontré con amigos de la infancia en Lima y cuando Oswaldo Reynoso leyó mi microcuento “La talega”. El primer libro siempre es una experiencia inolvidable.

Claro, es la experiencia que no se olvida, como el primer amor. ¿Cómo te fue con ese libro?
Conocí, a la distancia, la sordidez con la que se mueve el mundillo culturoso limeño. En las esferas culturales del Perú, si eres amigo del enemigo de alguien, pasas como por arte de magia a ser también su enemigo. Un absurdo. Y sentí que de alguna manera me utilizaron como carne de cañón. Sin embargo, se dice –y se dice bien– que para el escritor no hay “experiencia mala”. Y no puedo olvidar la recomendación que me dio Fernando Ampuero: “No le hagas caso a los insultos de la blogósfera. El blog es de veras un medio maravilloso, pero también un imán de infamias y sandeces. Si a Shakespeare le hubiera tocado nacer en estos tiempos, lo más seguro es que hace rato lo hubieran mandado a parir".

¿Y cómo ves la movida literaria arequipeña?
No estoy metido. Soy un escritor muy insular. La publicación de mi segundo libro, La prosperidad reclusa, en Cascahuesos, me acercó un poco a la movida local. Pero me alegra que aparezcan más narradores para romper esa idea de que somos una “tierra de poetas”. Lo mejor que tiene Arequipa son sus narradores Mario Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso.

¿Y desde el lado del público lector?
Creo que en Arequipa hay un gran público lector de narrativa, el “problema” es que no corren el riesgo de leer a autores nuevos a menos que vengan respaldados por premios de grandes editoriales. Hace falta un plan lector regional que promueva a autores locales, algo así como lo que hace Arévalo, pero en escala local, pues el “sillar” de la Biblioteca Juvenil de Arequipa, ha sido sólo una buena intención.

Y más que sillar pareció un rocón.
Fue una pésima manera de aprovechar una buena oportunidad para acercarse a los lectores escolares, y utilicé un eufemismo al decir que fue una "buena intención".

Regresando a tu obra, ¿qué es lo que te inquieta o motiva al momento de escribir?
Comparto la visión de MVLL: uno escribe porque lleva una relación viciada con la vida. Algo en lo que también insiste de una manera rotunda Sábato cuando dice que Dios no escribe ficciones, nacen de nuestra imperfección, del defectuoso mundo en el que nos obligaron a vivir. Yo entiendo la escritura de ficciones como un ajuste de cuentas con la realidad, con la gente que (pre)siento que me hizo infeliz. Pero no sólo eso, es un pretexto para intentar ponerte en la piel y en los zapatos de otros a quienes quizá no entiendes. Pero todo se resume (o empieza) con la muerte. Desde ahí parte la fractura con el mundo en el que me tocó vivir. No aceptar la muerte como parte de la vida.

Perfil
(Arequipa, 1980). Ha publicado ficción y no ficción en semanarios, diarios y revistas literarias como El Malpensante, Hildebrandt en sus trece, Siete, El Pueblo, Ciberayllu, Cervantes Virtual, El Hablador, Letralia, Hermano Cerdo, Punto en Línea, Badosa.com, ente otros.

Dato
Lo mejor que tiene Arequipa son sus narradores Mario Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso.




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